Todos me advirtieron de que no debía enamorarme de Sergio: nuestros amigos comunes, mi propia experiencia, hasta él mismo. 

Sergio llevaba la palabra «peligro» escrita en los característicos frunces de su ceño. Era un espíritu libre, indomable, salvaje. Su magnetismo era tan grande como su falta de compromiso. Con Sergio parecía imposible alcanzar la estabilidad que tanto había buscado, mi soñado final feliz. 

Él solo estaba dispuesto a ofrecerme dudas, calor entre las piernas y un empleo en su agencia, uno que nunca debí aceptar. No era una buena idea entregar mi corazón a un hombre así, pero el resto del cuerpo… ¿Es de ilusos creer que una aventura puede cambiarte la vida por completo?

*En colaboración con Phoebe Romántica.








Desde muy pequeña Greta ha creído en el amor y siempre anheló tener su final feliz, su vida en rosa. A pesar de haber sufrido varios desengaños amorosos que la dejaron con el corazoncito blando, su amor propio y su felicidad la recompusieron y siempre fueron sus motores en la vida, ningún desamor podría arrebatarle su dulzura y su sueño de tocar el amor con las manos llenas. 

Lleva algún tiempo perdida y cansada de que la vida le de bofetadas en la cara, y para reanimarse sus amigos Nat y Dani, la invitan a pasar un fin de semana en un hermoso camping para desconectar de todo... sin embargo nunca pensó que allí conocería a un hombre que la sacaría de sus casillas y que la ilusionaría a soñar en grande. 

Sergio lleva tatuada la palabra "peligro" en los labios. Indomable, salvaje, con un físico imponente y empotrador, un artista de alma libre y culo inquieto. Se siente a gusto con las etiquetas de "gilipollas" y "oveja negra" que le han puesto algunas personas, no le importa ninguna otra opinión que la suya y así se vale por la vida. Sus mejores amigos lo invitan a pasar unos días al camping de las sierras y con ese ceño fruncido tan característico en él, conoce a una niña bien, con unos ojazos aguamarina que lo pone inquieto desde el primer segundo, y hay algo en ella... un magnetismo tan fuerte que logra erizarle la piel. 

Greta conoce a los tipos como Sergio y sabe que de él no conseguirá nada más que calor en la piel e incertidumbres, sus amigos en común le han advertido que es un hombre que no se compromete con nadie y que solo conseguiría salir lastimada, tanto es así que hasta el mismo Sergio se lo ha dejado muy en claro. Pero... una aventura es más divertida si huele a peligro. 

—Y entonces, ¿por qué has venido, Greta? —Envaré la espalda. Él se apresuró a sentarse en la cama —. Te lo pregunto de corazón. —Me acarició el muslo desnudo —. ¿Qué es lo que quieres? ¿Pasar un rato, o dos, o cuatro…, encontrar el amor de tu vida, demostrarte que puedes hacer algo que no debes, quitarte el calentón…? ¿Qué es lo que buscas?
Que me lo preguntara de corazón fue lo que me animó a abrir el mío.
—Busco el amor —confesé —. Siempre. En todas sus formas, tallas y colores. El mío es el rosa, pero adoro los amores verdes, de esperanza, no de celos; los azules infinitos como cielo; los ojos encarnados y tórridos; los naranjas de un hogar lleno de energía, los violetas del mismo sexo; los amarillos hechos de risas… Soy una romántica. —Me encogí de hombros —. Pero no una ilusa… Sé que aquí, contigo, no voy a encontrarlo. —Puse mi mano sobre la suya —. ¿Qué clase de amor es uno negro?

Esta es la tercera entrega de la serie Madrid de Silvia Sancho y en mi ocasión, la segunda vez que leo su pluma y madre del amor hermoso, ¡qué historia! Intensa, divertídisima y asombrante, con personajes tan complejos y variados que te logran sacar desde una ruidosa carcajada hasta un lagrimón de cocodrilo. 

Una novela que engancha con mucha facilidad y que no pude lograr desengancharme de ella durante los dos días que la leí, imagínense que lo único que quería hacer luego del trabajo (y a pesar de estar muertísima de cansancio) era echarme en el sillón y dejar que la historia de Greta y Sergio me consumiera y me permitiera soñar despierta. 

Sergio sabía a tabaco y a desesperación, a quejumbre y a deseo, a veneno del bueno. Cerré los ojos y me di a él. Nunca he sabido besar a medias. Nunca un beso me pareció tan completo. Hubo pasión, fuego y desenfreno, pero también la prudencia del sabio: el que aprecia las cosas cuando ocurren, no a toro pasado Los dos fuimos consientes, culpables y responsables de se beso. Los dos los disfrutamos como el regalo más deseado, el sueño cumplió, un suspiro compartido. 

Digamos que el primer encuentro entre ambos no es muy favorable: miradas hostiles, gilipolleces que salen de la boca de Sergio, un ceño fruncido no muy agradable, y unas pullas que logran sacar las primeras chispas de ese algo tan atractivo y peligroso. Ya a la vuelta a Madrid (y a la maldita realidad) Sergio consigue ayudar a Greta a conseguir un empleo en la agencia de eventos en la que él trabaja, lo cual esto hará que entre los dos comience a encenderse ese fuego, al parecer, imposible de apagar.
Él reafirma no querer nada con ella, no quiere ni siquiera pensar en complicar las cosas, sin embargo, la piel no miente ni engaña. 

Estoy totalmente deslumbrada con estos dos personajes, Silvia Sancho logró que les tomara tanto pero tanto cariño porque son tan reales que hasta duelen (y lo digo de una forma bonita). Podría hablar horas y horas de ellos, como por ejemplo de que Sergio es misterioso y pareciera que hay que traducir sus palabras, que piensa que debe proteger a Greta de él mismo, de que tiene un corazón negro, de que es detallista y te hace suspirar con su sensibilidad y vulnerabilidad; y Greta, ay mi pequeña Greta, ella con tantas ganas de soñar, tan honesta, tan suya que no necesita un caballero con armadura y con un corazón rosa gigante que logra contagiar su dulzura en todos. 

—Bueno, ¿qué? ¿He conseguido enamorarte el alma?
Me reí por la expresión por que la recordara, por la emoción que me oprimía el pecho. Pestañeé y las lágrimas rodaron. Sergio las secó con sus pulgares, me atrajo hasta su cuerpo y me abrazó. Ninguna declaración de amor hubiera sido más grande que se abrazo. Besó mi pelo. Me refugié en su cuello salado. Palpé su pecho para asegurarme de que no soñaba. O, más bien. De que por fin lo estaba haciendo. A lo grande. 

Y como para agregarle condimentos a la trama, no podían faltar los personajes secundarios, hay quienes cumplen sus roles de empeorar las cosas y luego están ellos, los amigos en común de ambos protagonistas, Nat y Dani, Asier y Larita, y también Carla, la “familia de la urbanización” como lo llamaba Greta, porque todos sabemos que a la familia de sangre no se la elige, pero a los amigos que son familia sí. 

Esta fue una de las cosas más bonitas del estilo de la autora, la importancia que le da a la amistad, al amor a la misma y lo incondicional que es para la vida. Y tengo que destacar que su concepto del amor es maravilloso, y digo del amor en todas sus formas, al de una pareja, al amor propio y al que viene de la familia o los amigos. Aplausos para ella, para Silvia, por tener una pluma tan sensible y hermosa, por hacerme sentir ese cosquilleo insistente en la panza y por hacerme derramar algunas lagrimitas en el final.  

Me dejo muchas cosas sin teclear, pero lo único que me importa es que le den una oportunidad a esta novela (y a las otras dos) porque se lo merecen muchísimo.

En síntesis, "La aventura de soñar despiertos" es una historia espléndida y maravillosa, un soplo de aire calentito que te eriza la piel. Con un estilo fresco, bonito y muy divertido la autora nos lleva a conocer la hermosa historia de Greta y Sergio, porque lo de ellos es algo más, algo tan inmenso y mágico que les permite soñar despiertos.