En el pasado, durante el camino hacia el placer, Julián y Natalia le hicieron frente a miles de obstáculos para llegar a concretar su amor: se enfrentaron ante los prejuicios sociales debido a su gran diferencia de edad, y por sobre todo, debieron enfrentarse ante sus más grandes temores personales. Pelearon con uñas y dientes, y finalmente, obtuvieron su final feliz… ¿realmente existen los finales felices? 

En esta segunda parte (aunque yo la catalogaría como un spin-off), un año después del final del primer libro, Anabella Franco nos regala un nuevo pedacito de esta preciosa historia de amor. Todo comienza de manera natural y plausible, recapitulando un poco lo que sucedió en el libro anterior, tal es así que durante las primeras páginas nos encontramos con muchos mimos entre los personajes, y aunque en cierto momento pueda parecer un poco meloso y denso, de a poquito la autora nos va adentrando a una trama muy profunda que no te deja indiferente.

Aquí tenemos una historia más familiar, que si bien el romance entre Natalia y Julián nunca deja de estar presente, creo que la autora hizo más énfasis en las importantes decisiones que toman los adultos y las consecuencias que pueden acarrear éstas en sus hijxs, como el odio, el desprecio, y el rencor pueden arruinarlo todo.

Ahora Natalia y Julián no deberán bajar los brazos, en esta nueva guerra lucharán con fuerzas para evitar que terceros y/o ellos mismos dañen y saboteen su amor.

No quiero o dar muchos spoilers sobre este libro porque creo que de alguna manera lo arruinaría, les puedo decir que me encantó y me sorprendió en muy grandes medidas. La pluma de la autora es tan enganchante como siempre, y claramente en esta novela, se nota que sigue apostando a lo real, a los personajes creíbles y cercanos que nos hacen creer que historias como estas pueden existir de verdad.

Una de las coas más lindas de la pluma de Franco es que no se queda en lo romántico y/o erótico, ella decide explotar más su potencial y muchas veces nos muestra la fea y triste cara de la realidad.

Para esta nueva etapa de vida, Julián y Natalia unen fuerzas tanto para el amor como también para la familia y el trabajo. En el caso de Nati noté una maduración impresionante en su personaje, me gustó muchiiiiiisimo en este libro (en el anterior apenas podía soportarla). Sentí que en esta novela la entendí mucho más como persona, pude conectar con sus emociones, y a lo largo de las páginas, y debido a diferentes circunstancias, muchas veces me dieron ganas de darle un abrazo sororo. Sigue manteniendo sus dos pasiones: escribir y ser profesora, aunque en estos caminos encuentra muchos baches y piedras que la harán tropezar pero no caer y sangrar.

Por otro lado está Julián, su gran compañero y amor, el hombre de sus sueños. Él es tan respetuoso, amoroso, paciente, leal, bondadoso… (a veces demasiado perfecto), aunque esa “perfección” se quiebra un poquito para sangrar, porque él es ante todo, humano. De Julián lo que más amé fue su parte más paternal y su devoción por sus hijxs, en serio que no puede ser más cariñoso, respetuoso y compañero con ellxs.

Sin dudas, la medalla de oro en cuanto a personajes se lo lleva Camila, la hija adolescente de él, es ma-ra-vi-llo-so ver todo lo que creció y maduró, parece una Camila totalmente distinta a la que alguna vez fue cuando se enteró que su padre estaba saliendo con su profesora de Literatura.

—“Camila, no es fácil, pero siempre tenés que luchar para alcanzar tus metas” —dijo, tratando de impostar la voz de su padre— Julián rio—. “No importa lo que digan o hagan los demás, vos tenés que ser fiel a tus valores y convicciones”. “El amor es lo más importante de mundo”. 

—¡Yo nunca dije eso último! —exclamó él. 

También hay un personaje femenino en particular que te genera mucho odio por ser tan dañina, aunque Anabella Franco tampoco la deja etiquetada como la “villana”, en las últimas páginas la autora la humaniza y en cierta parte nos deja entrever su redención (inserte aplausos, por favor)

Hay muuuchas cosas para comentar sobre el libro que me dejo en el tintero, pero me gustaría cerrar con esto: gracias Anabella por tus mensajes feministas, queremos más mujeres que escriban como vos.