“—Siempre serás mi Dana —me acaricia la mejilla con una mano y yo me apoyo sobre ella entrecerrando los ojos—, pero así duele menos— y yo asiento, porque es verdad—. ¿Recuerdas cuando me dijiste que no jugara a ser otros? ¿Que dejara de huir de mí mismo? Pues también tenías razón en eso. Pasé de ser más yo que nunca para intentar alejarte de mí, a intentar ser otro supuestamente mejor para intentar acercarte. Lo fastidié todo desde el principio, peor porque, aunque suene fatal, yo nunca te busqué, Daniela. La gente se pasa media vida buscando el amor y luego existimos un pequeño puñado de inútiles como yo que nos pasamos la vida huyendo de él, pero yo no deseaba encontrarte, pero, al final, tú me encontraste a mi.